Hoy jueves es el DIA EUROPEO DE LA PREVENCION DEL CANCER DE PIEL.
Así que, me apetecía hacer alguna receta de cocina que pudiese ayudar a proteger nuestra piel, y entre los muchos alimentos que pueden hacerlo, me encontré con uno rico en LICOPENO que ayudan a nuestra epidermis exactamente a luchar contra el cáncer... EL TOMATE.
Y lo demás, pues ya os imagináis... Siendo cordobesa, gustándome tanto las texturas cremosas, y empezando a apretar el calor estos días, me pareció la mejor solución un buen SALMOREJO fresquito...
Los ingredientes son muy básicos:
Tomate. Los de la variedad pera suelen estar dulces y tener mucho jugo. Ante la duda, yo me decantaría por éstos. Eso sí, si tenéis la opción de un buen tomate de huerta... No hay color...
Pan. Hay muchos tipos de pan. En Córdoba hay uno que le va perfectamente a esta receta, que es el pan de telera. Tiene una miga muy fina y consistente, que le da una cremosidad... ¡¡Hmmm!!
Si no, puede quedar buenísimo con cualquier otro, tipo "de pueblo". Sobre todo, que no sea una miga muy abierta, por así decirlo (pan de barra, baguette, chapata..., mejor no).
¡Ah! El pan puede ser del día anterior.
Aceite de oliva virgen extra (va en crudo, así que cuanto más rico mejor).
Sal gorda. Al gusto.
Ajo. Yo utilizo medio diente de ajo, al que le he quitado la parte del centro para que sea más suave. Pero es como todo. Hay quien le pone dos dientes de ajo, ahí, a tope, porque le gusta el regustillo que deja...
Lo primero que hago es escaldar los tomates para pelarlos bien.
Es bien sencillo, pero por si alguien no lo ha hecho nunca, os lo explico.
Ponemos agua a hervir en una olla o cazo.
Hacemos un corte en forma de cruz en el tomate e introducimos en el agua hirviendo un minuto.
Sacamos, dejamos que enfríe un poco y retiramos la piel.
Mientras se atemperan los tomates para poderlos pelar, le quitamos la corteza al pan. Otra opción que he descubierto hoy, es que venden en algunas panaderías pan semi-cocido... Así, al no tener la parte de fuera tostada ni crujiente, nos podemos ahorrar esta parte (si no, reconozco que guardo parte de la corteza para la hora de servir el salmorejo, y así poder hacer unos cuantos barquitos-cucharas con ella... Pero esto es un vicio mío)
Hay quien humedece un poco el pan para que luego sea más fácil triturarlo. Un paso innecesario si el tomate es lo suficientemente jugoso.
Se parte el pan y se va dejando en un bol grande o ensaladera.
Ahora, pelamos los tomates sobre este pan, y los abrimos y partimos sobre la miga, para que todo el jugo se quede donde se tiene que quedar.
De vez en cuando, movemos con una cuchara de madera, apretando bien para que la miga y el tomate se unan y así ver si hay que añadir más tomates o no.
Añadir un buen chorreón de aceite, un buen pellizco de sal, medio diente de ajo y un chorrito de vinagre si queremos.
Y con cuidado, empezamos a trabajar con la batidora.
Cuando esté a medio triturar conviene probarlo, para ver si necesita más sal o aceite. Se rectifica y seguimos con la batidora, hasta que obtengamos una crema uniforme.
Y eso es todo.
Bueno, todo no.
Lo mejor es tomarlo bien frío, y con unos taquitos de jamón serrano y pizquitos de huevo duro por encima.
Y después de ésto, sólo nos queda una buena siesta...
¡¡Besitos!!